LA CRISIS, EL FUTBOL Y LOS DEPORTES MINORITARIOS.

En un país en el que algunos de los mejores deportistas, son absolutos dominadores en sus especialidades a nivel mundial y donde Nadal, Alonso, Xavi, Ramos o Lorenzo son los ídolos de pequeños, jóvenes y mayores, la crisis económica no ha hecho sino acortar aún más las miras de las instituciones, marcas y empresas, que lejos de apostar por la proyección, innovación y desarrollo de otros deportes con la difusión a través de los medios, la habilitación de centros multideportivos y escuelas, o la inversión directa en otras disciplinas a través de esponsorización, siguen engordando a la gallina de los huevos de oro, nuestro queridísimo fútbol, que en lugar de huevos hace mucho tiempo que sólo pone créditos a 50 años y con un interés altísimo que pagamos todos. 

Como otros mal llamados deportes minoritarios en España y que en multitud de países diferentes o similares al nuestro, es la primera práctica deportiva, incluso en algunos por delante del balompié, el rugby continúa su eterna travesía por el desierto de los deportes sobre los que sólo se comenta: “aquí no se ven” o “eso no vende”. Ni siquiera ver al “XV del León” (nuestra “Roja”) en las series mundiales de rugby seven de Hong Kong peleando entre los mejores, esperar el gran debut en los Juegos Olímpicos de 2014 en Río, clasificar entre las 20 mejores selecciones del mundo por la IRB en 2013, o haber cosechado victorias esperanzadoras ante Georgia o Rumanía, han conseguido despertar a los mecenas, directivos, alcaldes y demás visionarios que por desgracia abundan en nuestro país y que sueñan con ser los Florentino Pérez de su pueblo, para que decidan no despilfarrar más fondos, públicos o privados y entiendan, que sí en todo el planeta hay deportes que se practican, se ven, se radian, llenan estadios y que como el rugby, tienen a las primeras marcas mundiales como sponsors (Vodafone, Ford, Nike, O2, Reebok...) y a sus ídolos como Carter, Wilkinson, O´Gara, McCaw y míticos como Lomu o Blanco, aquí probablemente nos estemos equivocando. 

Parece ser que en España, merece toda la atención un deporte en el que impera la violencia verbal y física, que tiene en los grupos ultras a los mejores aficionados de los equipos y del que continuamente, leemos artículos y se difunden vídeos con agresiones a árbitros y jugadores o disturbios dentro y fuera de los estadios, incluso en las celebraciones; Pero lo más grave, son las faltas de respeto y agresividad en categorías inferiores donde los niños son protagonistas, por no hablar de muchos de los futbolistas de élite, “héroes” como los califica el reconocido periodista Roberto Gómez, que fin de semana si y fin de semana también, protagonizan escenas fingiendo lesiones, insultando al colegiado, mirando de reojo desde el suelo mientras el arbitro expulsa a un rival y escupiendo o pisando a otro futbolista, un gran ejemplo si señor. 

Si tengo que elegir entre ese “deporte” y otro, donde se puede beber cerveza en los estadios sin miedo a que algún energúmeno le lance el botellín a alguien, donde las dos aficiones respetan en silencio y en pie el himno rival y entonan con lágrimas en los ojos el suyo, un deporte en el que los quince jugadores se abrazan antes de saltar al campo prometiéndose darlo todo por el compañero, un deporte en el que al término del partido y muchos puñetazos y sangre después, los dos equipos hacen pasillo mutuamente y se van juntos a celebrar el “tercer tiempo”, lo siento amigos pero yo elegí hace tiempo. Además, pasarán algunos mundiales, eurocopas o champions league, hasta que un capitán levante un trofeo con trascendencia histórica, como el que levantó François Pienaar como capitán de los Springboks en la Copa del Mundo de 1995 en Sudáfrica, cuando se lo entregó a Nelson Mandela como símbolo del principio del fin del racismo y de la integración de los negros con los blancos en su país. 

Fdo: Toni Vita