Pepe Silva apareció en mi vida un bendito día, fue en Chipiona y aquella tarde ya está tatuada en mi memoria, regalos que de vez en cuando te da la vida. Dos horas entre genialidades y risas de un gaditano del mentidero. Ese día conocí a la persona, me quedaba conocer al carnavalero.
En estos ya cinco años transcurridos he ido conociendo más la trayectoria de este coplero y un poco de su familia, una familia que enmarca ese dicho "de tal palo, tal astilla", una familia que transita con pie firme por el camino de la humildad. Lo poco que voy conociendo de esta familia no es ni más ni menos que lo que uno se espera conociendo el espejo donde se miran. Y es que los Silva son buena gente, sin más la herencia de un ser entrañable, de esos que irradia felicidad y la contagia, un grande entre los grandes. Ana, Juan, Jesús, Carlos y Jose, ellos son su mejor creación, semillas que germinaron en las entrañas de doña Ana Chanivet Garcia, una de esas madres que desde la sombra ilumina a toda una familia; una saga que continua con los apellidos Silva Chanivet como estandarte.
Él me invitó a visitar ese santuario carnavalesco que es la Peña Nuestra Andalucía, un rinconcito situado en pleno corazón de la tacita, en el castizo barrio de la viña, allí donde el carnaval se toca con las manos, una peña que no es más que la cuna de un pasado que nos deja un hermoso presente y un prometedor futuro; una fabrica de voces que fueron, que son y que serán de por vida cantera infinita. Visitar ese templo sito en la calle Maria Arteaga es retrotaerte en el tiempo para viajar a un pasado que no deja de ser pilar básico donde se sustenta el presente, allí se palpa el carnaval. Es un privilegio el poder sentir como te envuelve ese ambiente, es darte un paseo por la historia de una generación que vivió siempre al compás de unos nudillos y que hoy delegan, su gran mayoría, en sus hijos que son los que tienen que seguir dejando huellas nuevas en un camino por hacer.
El olvido es algo que en ciertos ámbitos de la vida no nos podemos permitir, la peña ha pasado por momentos verdaderamente difíciles, no hace mucho se debatía entre la vida y el olvido de un joven carnaval que no debería jamás de los jamases olvidar sus raíces, postergar aquello que les ayudó a ser lo que hoy son, seria el principio de su final. Éste emblema del carnaval de Cádiz tenia dos opciones, morir con los suyos o vivir con los que vienen, y sus hijos, en especial Jesús Silva Chanivet, han sido los que han impedido que "Nuestra Andalucía" fuese un recuerdo más en el trastero de la historia para hacerla recuperar el sitio que le corresponde, por eso yo desde estas lineas quiero dar las gracias a todos y cada uno de los que han colaborado con los Silva en hacer esto posible.
Pepe Silva le ha regalado su garganta a la fiesta de la tacita, por el camino se ha ido dejando jirones de voz paseando el nombre de su Cádiz del alma por toda España, mil coplas que salen a borbotones por su privilegiada garganta, mil letras tatuadas en su memoria y que recuerda con la claridad de un tiempo que por muy lejano que esté siempre estará al alcance de su voz, una voz que al día de hoy todavía puede dejar en evidencia a muchos jóvenes, un tenor de los que ya no quedan, una voz del Cádiz añejo, y es que voces como la suya o como la de su querido hermano Juan, que en paz descanse, son patrimonio de una ciudad como Cádiz.
Pregones, Al Compás de mi Cepillo, Payos y Gitanos, Nuestra Andalucía, Los Tribunos, Capricho Andaluz, Los Rumberos o Grandes Genios no son más que una muestra de un legado que perdurará por siempre escrito con letras de oro para la historia del carnaval gaditano.
Hablar con este maestro de la vida es como hacer un paréntesis en la vida real, hay un antes y un después, pero lo mejor es el durante. Escuchar de su voz las mil y una anécdotas que mantiene perfectamente ordenadas en su memoria, ver como sus ojos se humedecen cuando vuelven la vista atrás, ver la pasión que pone en cada detalle, ver como se le ilumina la cara hablando de su carnaval, cosas así no se pueden pagar, simplemente porque hay cosas que no tienen precio, intangibles que no se tocan pero que se saborean, momentos de esos en los que te gustaría que el tiempo se parase y hacer de ese instante toda una eternidad.
Pepe Silva, un mito en vida, un pasado lleno de presente, un futuro lleno de pasado, y es que no es solo lo que le ha dado al carnaval, sino el legado que deja, él abrió el camino y ha dejado marcado con sus huellas firmes y rotundas una senda por la que transitar, ahora son ellos, sus hijos, los que tienen que defender ese apellido.
Pepe Silva; orgullo de su familia, de sus amigos, de su ciudad y de su barrio, ese orgullo es su particular antifaz de oro, ese que le niega el carnaval y que su solapa merece, él jamás lo dirá, su humildad se lo impide, pero para eso estamos los demás, para decirle a quien corresponda que, el que " El Silva" no posea dicho antifaz es surrealista, otros con mucho menos tienen mucho más, y no digo yo que ellos no lo merezcan, lo que digo es que él lo merece como el que más, por tantos y tantos febreros, por tantos y tantos tipos, por tantas y tantas letras... por tantas y tantas cosas, pero sobre todo, por haberle regalado su preciada garganta a su tierra, por haberle dado hasta la ultima gota de su voz a ella, a Cádiz.
Maestro vayan en estos renglones mi respeto más absoluto, mi cariño más sincero, mi eterno agradecimiento por haberme regalado su amistad y por supuesto mi enorme admiración por ser vos quien sois, simplemente "El Silva".
Fdo: Carlos el pelijas.
¡¡¡Totalmente de acuerdo en todo!!!
ResponderEliminarCuando algo se escribe desde dentro y te dejas llevar como el agua del río se arrastran partes que uno lleva tan dentro que solo son capaces de salir a flote cuando son leídas.
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