JUAN ROMÁN RIQUELME: LA FIGURA DEL ENGANCHE EN PELIGRO DE EXTINCIÓN.

Juan Román Riquelme.

10 de Noviembre de 1996, Buenos Aires (Argentina), se disputa un partido entre Boca Jrs. y Unión. Aquél día nació un nuevo mito debutando ante su público. Fue en el estadio de la bombonera y su aparición supuso un amor a primera vista. Él era.. Juan Román Riquelme. Sorprendentemente, aquél debut se produjo bajo las órdenes de un entrenador como Carlos Salvador Bilardo que siempre representó la antítesis del fútbol ofensivo apostando más por la defensa y el resultadísmo. Y es que el 10, por su forma de ver y entender el fútbol, parecía haber sido ideado por el Menottismo. Jugador que a lo largo de su trayectoria nunca dejó indiferente a nadie... Román mostró, en su debut, algunas pinceladas de su gran talento. Desde entonces se vio que poseía un gran potencial, ese algo diferente que caracteriza a los genios y que hacía presagiar que iba a marcar una época haciéndose con un lugar en los corazones de la hinchada bostera que vivían huérfanos de un ídolo tras la retirada de su figura más venerada, Diego Armando Maradona. 

Al igual que Maradona, también procedía de Argentinos Juniors. Por su fútbol podría decirse que hoy en día es un rara avis, uno de esos jugadores que están en peligro de extinción. Porque, actualmente, los clubes tienen menos paciencia para ir cocinando a fuego lento a un jugador así en la élite sin que se les queme pues el fútbol cada día es menos deporte y más negocio. Jugador de ritmo pausado (ese por el que sus detractores lo califican como un jugador lento) con el que adormece el balón, distrayendo a rivales y dominando el ritmo de los encuentros a su antojo, Román solamente lo acelera cuando encuentra algún resquicio entre la defensa rival para meter incisivos pases por huecos que solo ve él, dejando a sus compañeros en situaciones de franca ventaja, o para aprovecharlos él mismo definiendo. Así es Román, ese enganche perteneciente a una estirpe de jugadores cada vez más difíciles de ver. 

Rey de la pisada y del amago corporal buscando el engaño para quebrar y desequilibrar al rival. Es ese estilo de jugador que, salvando sus diferencias por no existir dos jugadores idénticos, podríamos compararlo con otros que antaño representaban a ese tipo de enlace imaginativo como Sócrates, Laudrup, Rui Costa o Zidane y que cada vez escasean más si exceptuamos a algunos como Iniesta o un Valerón que también está en el final de su carrera. Porque, hoy en día, abundan más los dobles pivotes, los laterales de largo recorrido, los extremos y esa clase de nuevos delanteros con mayor movilidad que, en su definición, buscan aprovecharse del espacio libre para sorprender y evitar, en lo máximo posible, el juego del cuerpo a cuerpo que buscaban los delanteros centros de antaño fijando a los defensas rivales y goleando sin piedad. 

Pero, a pesar de su sello futbolístico, Riquelme fue un jugador incomprendido en algunas fases de su carrera. Tras unos buenos inicios en Boca con el cambio de entrenador de Bilardo por el Bambino Veira no tuvo tanto protagonismo hasta que, en junio de 1998, Carlos Bianchi asumió la dirección deportiva del equipo. Con el Virrey dirigiendo al conjunto xeneize desde los banquillos Román recuperaría el protagonismo perdido y pasaría a mostrar su mejor versión siendo el faro guía de aquél equipo. Aquellas tardes de gloria, formando un trío superlativo junto a sus compañeros Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo, le valieron para ganar el el torneo Apertura 1998 y luego el Clausura 1999 en una temporada 98-99 en la que Boca logró la marca de 40 partidos consecutivos sin perder. No contento con eso Román fue también una pieza clave en la obtención del Apertura y la Copa Libertadores 2000, cuando Boca venció, en el estadio Morumbí de São Paulo al Palmeiras brasileño dirigido, en aquél entonces, por Luis Felipe Scolari y que en aquél momento era el defensor del título. Posteriormente, a finales de aquél año Boca ganaría por 2-1, en Japón, al Real Madrid de los Casillas, Hierro, Roberto Carlos, Figo y Raúl en la Intercontinental venciéndoles, contra pronóstico, tras otra gran exhibición de fútbol del enganche de Boca, aquél día, facilitándole el gol de la victoria a Martín Palermo dándole un pase milimetrado desde 50 metros. 

En el 2001 Boca continuaría viviendo una época triunfal alzándose, nuevamente, con la Copa Libertadores de ese año al imponerse, otra vez por penaltis, al Cruz Azul de México en La Bombonera. En dicha ocasión, Riquelme además recibió el premio al Mejor Jugador de la Final de la Copa Libertadores. Aquellos logros entre los años 2000 y 2001 le valieron para finalizar el 2001 consagrándose ante el reconocimiento de la prensa latinoamericana que lo designo como Futbolista sudamericano del año. Todos esos títulos y ese reconocimiento mundial encumbrándolo a lo más alto le valieron para ser traspasado en el verano del 2002 a un grande de Europa como el F.C. Barcelona. 

Sin haber debutado aún con la camiseta azulgrana Riquelme fue recibido como un héroe siendo ese fichaje ilusionante elegido por la directiva del club para levantar los ánimos y aliviar las tensiones de una afición muy desencantada que, en aquellos tiempos, no estaba pasando por una buena situación. Era una época muy convulsa ante la mala gestión de su entonces Presidente, Joan Gaspart, y los éxitos de su máximo rival el R.Madrid. Fue entonces cuando, al llegar al Barcelona, vino su segundo revés al llegar al club blaugrana pues su fichaje no había sido un fichaje solicitado por el entonces entrenador del Barcelona, el holandés Louis Van Gaal, sino un fichaje mediático de la directiva y eso se lo dejó muy claro el técnico diciéndoselo nada más vestirse de corto en su primer día de entrenamiento. Eso motivó que Román chocase, desde el primer día, con un Louis Van Gaal que sabía apreciar el buen fútbol pero que tenía un carácter demasiado orgulloso producto del cuál quiso demostrarle a la directiva su error fichándole al argentino contra su voluntad. Fue entonces cuando el holandés no quiso dar su brazo a torcer y encorsetó al jugador, pegándolo en banda izquierda y no dándole libertad de movimientos jugando por el centro, abocándolo así al fracaso que él mismo sabía que se produciría al meter a Román a jugar en un puesto más destinado para un extremo que para un enganche de sus características. 

Tras esa oscura temporada, se celebrarían elecciones y entraría una nueva directiva en el Barcelona presidida por Joan Laporta buscando revolucionar el club con el objetivo de recuperar el nivel deportivo. Esos cambios provocarían la llegada de otro gran genio futbolístico al Camp Nou. Él era Ronaldinho Gaucho, fichado por el entonces Vicepresidente Deportivo Sandro Rosell aprovechando sus grandes contactos en el país brasileño al haber trabajado allí, durante años, como responsable de la marca de material deportivo Nike. Con el fichaje de Ronaldinho se originó un excedente de jugadores extracomunitarios pues había que sumarle las otras dos plazas que, por aquél entonces, ocupaban el central mexicano Rafa Márquez y el delantero argentino Javier Pedro Saviola (que todavía no tenía concedida la nacionalidad española para dejar de ocupar plaza de extracomunitario). Ante este motivo el Barcelona se vio obligado a prescindir de Riquelme cediéndolo con una opción de compra al Villarreal en la temporada 2003-04. 

Resultado de su gran rendimiento, el conjunto amarillo ejecutaría la opción de compra quedándoselo en propiedad hasta finales del 2007, tras haber sido cedido a Boca en Enero de 2007 y posteriormente, tras un breve número de partidos a comienzos de la 2007-08 jugando con el conjunto castellonense, traspasándolo definitivamente al conjunto bonaerense tras unas duras negociaciones de varios meses entre ambos clubes. Su fichaje por el Villarreal supuso para Román la oportunidad de demostrar a sus detractores que también podía triunfar en Europa. Nada más llegar a su nuevo club el chileno Pellegrini le ubicaría en su posición natural dándole total libertad de movimientos y entregándole la dirección del equipo para que este formase, junto al delantero uruguayo Diego Forlán, una sociedad que colocaría al humilde equipo español en lo más alto del panorama futbolístico. Aquella dupla hizo recordar al exitoso tándem que Riquelme formo en Boca junto al delantero Martín Palermo y dicha sociedad llevo al Villarreal a conquistar la Copa Intertoto de la UEFA en el 2004. Posteriormente, al final de su segunda temporada en el Villarreal, la 20004-05, el club amarillo logró una épica 3ª posición en el campeonato liguero, siendo esta aún a día de hoy la mejor de su historia, y ello le permitió poder participar en la Copa de Europa la temporada 2005-06 donde haría un dignísimo papel convirtiéndose en el equipo revelación de aquél torneo cayendo en semifinales contra el Arsenal tras dejar en el camino a equipos de la talla del Manchester United, Benfica, Glasgow Rangers e Inter de Milán. La 2005-06, tras la exitosa campaña anterior, fue su última completa en el conjunto amarillo antes de volver a Boca, cedido en enero de 2007. 

Durante esos meses de cesión en el conjunto boquense ganaría, nuevamente, la Copa Libertadores liderando al conjunto argentino tras ganar en la ida por 3-0 al Gremio de Porto Alegre siendo él la figura del partido y despedido por su público con una gran ovación en la bombonera. Posteriormente, en el partido de vuelta, Boca volvería a vencer en Porto Alegre por 2-0 marcando Román los dos goles de la victoria. El resultado global fue 5-0 (récord en finales). Boca logró su sexta Copa Libertadores y la tercera para Riquelme que fue el máximo goleador del equipo, en esa competición, con 8 tantos en 11 encuentros. Tras finalizar su cesión en Boca aquél verano del 2007 y tras comenzar la 2007-08, jugando unos pocos partidos con el Villarreal, el club argentino paga al español unos 15 millones de euros a finales del 2007 para repatriar a su hijo prodigo. 

Desde entonces Topo Gigio, apodo que le pusieron por su forma de celebrar los goles imitando al personaje dedicándoselos a sus hijas pequeñas, no se ha movido del club que le dio a conocer mundialmente. Cierto es que en estos últimos años ha pasado por varias etapas llenas de luces y sombras motivadas, en algunos casos, por mantener algunas desavenencias con los dirigentes que comandan la nave del club xeneize pero ello no le ha impedido seguir dejando muestras de su exquisito fútbol en los terrenos de juego deleitándonos con grandes detalles técnicos en forma de taconazos, caños, pases imposibles, controles orientados, elegantes regates o goles. Un ejemplo es este golazo que marco, recientemente, en la eliminatoria de octavos de final de la Copa Libertadores del 2013 donde su equipo eliminó al Corinthians brasileño:

http://www.youtube.com/watch?v=P5MUhnBL2X4, antes de caer eliminado en la posterior eliminatoria de cuartos de final ante Newell´s Old Boys este pasado miércoles 29-mayo-13. 

Por todo ello, tras estar casi 17 años en la élite del fútbol mundial, podemos decir que todo aquél que herede su dorsal número 10 no lo tendrá fácil a la hora de superar el gran palmarés de un jugador que ha logrado mantenerse tantos años entre los grandes. Porque si lo revisamos veremos que, excepto ganar un Mundial absoluto con la albiceleste, a Román pocas cosas le han quedado por ganar. Y ante esto solo me queda decir una última cosa "¡Gracias Román!" por habernos mostrado tu fútbol a los aficionados que son de tu equipo o que no lo son pero que igualmente saben a preciar la calidad de un gran jugador dejando forofísmos y rivalidades a un lado.

Fdo: Jesús Martinez.