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Fdo: Carlos el pelijas.

miércoles, 13 de marzo de 2013

FC. BARCELONA 4 - AC MILAN 0. "HABEMUS" MESSI.

Lionel enseñó el camino hacia el gol, Villa y Alba le siguieron.
Mientras en Roma siguen buscando a quien sentar en la Silla de San Pedro, en el Barcelona lo tienen clarísimo. En este cónclave cardenalicio hay muchos papables, grandes purpurados con una obra larga y talentosa a sus espaldas que ayer predicaron el camino de la salvación con espíritu y firmeza, y la fumata salió blanca (con perdón) para el cardenal argentino. Un pequeño gran hombre, un pastor capaz de guiar a su pueblo hasta el mismísimo cielo, ayer lo hizo otra vez, un santo. Todo giraba en contra, hasta las agujas del reloj, pero lo de anoche es uno de los momentos donde tienen que brillar los elegidos. En una capilla Sixtina que ofrecía sus colores habituales más vivos que nunca bajo el lema “Som un equip”, que imagino que en latín vaticano querrá decir “Rossoneri, os vamos a reventar”, Lionel Messi predicó su evangelio y se elevó a los altares donde tanto le gusta estar y por donde hacía algún tiempo que no le veíamos. 

En cuanto escuchamos el Extra Omnes descubrimos con alegría que el coro estaba afinado y la orquesta sonaba compacta. Desde el principio los salmos que se derramaban por los muros del Camp Nou parecían capaces de obrar el milagro de convencer a los ateos más recalcitrantes, que en vista de los últimos tiempos, pecaban por falta de fe, una actitud muy humana por cierto. Nada más empezar, el papable Messi presentó su doctrina cuando se subió al púlpito de la frontal del área y entre cuatro jinetes de la Apocalipsis que le rodeaban, envió su palabra justo a la escuadra, Abbiati parecía un monaguillo, impotente, se quedó mirando para no perdérselo. El Barcelona empezaba así a lavar su pecado de soberbia cometido en el partido de ida en el que menospreció a su enemigo, que las cosas como son, ganó con justicia. 

Otros cardenales fueron tomando protagonismo, el de la Diócesis de Fuentealbilla, que derrochó genialidades con toques rápidos y recuperando balones junto con el purpurado Busquets. Ambos consiguieron estrangular el medio campo de los infieles que solo conseguían despejar el peligro a base de patadones. Intensidad, anticipación, coraje, talento,... los dogmas de esta fe tan particular se mostraban en todo su esplendor, se sentía el milagro en los vetustos muros del templo culé. Todos los cardenales oraban et laboraban bajo la batuta de otro brillante Prelado, un tal Xavi Hernández que en todo momento imprimió fluidez a un juego que los italianos eran incapaces de seguir, no se enteraban de la Misa la media. Quiso unirse a la celebración la Virgen de Monserrat, no podía faltar el toque épico. La Moreneta se dejó por un momento su precioso monasterio benedictino para darse una vuelta por Les Corts y recordarnos que somos humanos, pues fue su mano y no otra la que desvió al palo el remate de Niang tras un error de todo el cónclave, pues no se puede permitir un uno contra uno con el último defensa, Mascherano, que nos demostró que anda ya para pocas misas. Después la jugada terminó con Piqué tirándose al suelo para sacarla, hubo muchos ojos cargados de algún pecado capital que quisieron ver penalti, pero los milanistas ni lo pidieron, debe ser que ya se olían lo que se les venía encima, la cólera de Dios. Nuestro nuevo Papa les hizo exactamente lo mismo que en el minuto cinco. El Cardenal Iniesta robó el enésimo balón en el centro del campo y se la dio al argentino para que volviera a rodearse de infieles, la paró, miró, recortó, templó como un torero y la puso a dormir, zurdazo a la izquierda del monaguillo, inapelable, el cielo había recibido las plegarias. 

Ya se había remontado, ahora quedaba la exaltación final. Tras los breves ejercicios espirituales del descanso, todo seguía igual. Los infieles no sabían si lo que oían eran cantos gregorianos o la novena sinfonía de Ludwig Van Beethoven, el caso es que todo les sonaba a lo mismo, a drama, y no daban muestras de creer. Su fe era muy débil, solo confiaron en acochinarse en tablas como los toros malos y esperar que el destino les diera otra oportunidad que ya no les llegaría, no se la merecieron, no se arremangaron, no se puede pasear por Europa con ocho jugadores detrás del balón y confiar en rifar balones arriba, no es el camino verdadero. Por eso llegó la justicia divina. Quiso Dios que otro Papable, uno de los más queridos, un hombre que se ha repuesto ante múltiples dificultades en forma de lesiones o suplencias injustificadas, fuera el que le diera la vuelta a la eliminatoria. El Prelado Villa, uno de los grandes del Sacro Colegio del Barcelona, cuajó un partido digno de mención. 

El Padre Roura por fin parió una estrategia diferente al salir con un ariete puro que fijara a los centrales, y ese fue el Guaje, y en premio a su esfuerzo, llegó el apoteosis a través de sus botas. Una gran obra, todo al primer toque, una anticipación de Busquets, que fue el verdadero azote de los infieles, la metió para Iniesta en la frontal que se la dejó a Xavi de cara para ponérsela a un Villa desmarcado por la derecha, que controló con tiempo y espacio y la acomodó a su pierna buena y con el interior al segundo palo, a la jaula. Tres-cero, corría el décimo minuto del segundo tiempo cuando el Barcelona se saltó el quinto mandamiento con los Rossoneri, que Dios nos perdone. 

Los cimientos de la Catedral culé temblaban como un flan, se había conseguido, al Milán ya no le valía ni acogerse a Sagrado, ni una rogativa a los Corintios, era demasiado tarde y quedaba más de media hora. Cuando Abiatti el monaguillo sacaba el balón de su portería no se lo explicaba, apenas cuatro o cinco segundos antes la bola se alejaba de su área despejada al centro del campo, y es que los azulgranas estuvieron eléctricos. Era la cólera de Dios sin duda. Ya no se sufrió, el Milán a falta de un cuarto de hora se atrevió a buscar su gol con un Barça que se dejó querer confiado en que el cielo estaba con ellos. Solo unos minutos de dominio estéril, unos balones al área que algún peligro tuvieron pero que no exigieron apenas a la defensa, podían estar jugando dos horas más y no hubieran marcado. Espero perdonen mi soberbia pero después de lo que se había construido no se podía caer, no era justo y no se cayó, la fe en este equipo se había recuperado. Al revés, llegó la gloria. 

Ya en los últimos instantes el Papa Messi se anticipó y montó la contra final. Vio como por la banda se desmarcaba Alexis que había entrado en la segunda parte y para él fue el balón que centró a la frontal del área, a la espalda de la defensa, y allí apareció el Obispo Alba, con tanta fuerza como Sansón entre los filisteos, para controlar y batir por bajo al monaguillo Abatti que por fin vio la luz verdadera. Aleluya, Aleluya, atronaba el Mesías de Haendel. Fue el triunfo de la fe contra la cobardía, de la esencia contra el antifútbol, del hambre de gloria contra la vanidad, de la valentía contra la pusilanimidad. Triunfó de nuevo el Barça de tres delanteros, quizá esto se cobre una víctima en el bueno de Cesc. Mientras esperamos la gloriosa venida del patriarca Vilanova, el Barcelona se sacudió las pulgas como un perro mojado, han vuelto. En el catafalco el Milán y su fútbol roñoso y feo. Las Ramblas reventadas de gente al grito de Habemus Barça, habemus Messi. El purpurado argentino luce de nuevo brillante el anillo del Pescador de creyentes en este equipo.Amén. 

 FICHA DEL PARTIDO: 

Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Mascherano (Puyol, min.77), Sergio Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro (Adriano, min.83), Messi y Villa (Alexis, min.75). 

Milán: Abbiati; Abate, Mexes, Zapata, Constant, Ambrosini (Muntari, min.60), Montilivio, Flamini (Bojan, min.75), Niang (Robinho, min.60), El Shaarawy y Boateng. 

Goles: 1-0: Messi, min.5. 2-0: Messi, min.39. 3-0: Villa, min.55. 4-0: Jordi Alba, min.92. Árbitro: Viktor Kassai (HUN). Mostró tarjeta amarilla a Boateng (min.22), Pedro (min.41), Flamini (min.46+) y Mexes (min.54).

Incidencias: Partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones disputado en el Camp Nou ante 94.944 espectadores, la mejor entrada de la temporada en esta competición.

 Fdo: Antonio Porlán.

1 comentario:

  1. AAAAAAmmmmmeeeennnn

    Crónica magistral, muchísimas felicidades Antonio.
    Otro cronista de muchísima categoría en este club.

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