CROACIA 0 - ESPAÑA 1. DE SAN IKER AL NIÑO JESUS

Se presentaba el partido después de haber pasado a un segundo plano oscurecido por el temita de la semana, el biscotto, que no es otra cosa que una ofensa vestida de dulce proveniente de Italia. Dicen que la duda ofende, y si, realmente ofende, pero en fin... vayamos al fútbol. Pronto se vio a una España como empachada, pesada, lenta física y mentalmente y Croacia que es una selección que entra por los ojos, con tres jugadores bastante buenos, unos acompañantes de nivel medio y un concepto aceptable en el trato de balón, no tardó en darse cuenta que los actuales campeones no eran lo que le habían contado, solo les obsesionaba un jugador, Iniesta, cuando el balón le llegaba a él el campo croata parecía volcarse hacia La Mancha buscando al de Fuentealbilla y allí el genio pálido se encargaba de ponerlos "coloraos". Que la selección no esta bien es una evidencia, personalmente creo que los jugadores en su mayoría están más tiesos que una regla, esto hace que el jugador pierda confianza, de ahí el pase fácil, el no perder la posición, el no arriesgar, en definitiva, una cadena que va dejando creyentes a los lados del camino. El campo se hace un embudo en el ataque, la desconfianza del equipo en Arbeloa es cada vez más evidente, es más, hasta los rivales lo saben y le dan absoluta libertad, saben que es una libertad que vive entre rejas. El dominio no tenia ningún fin, es como bailar con la prima del pueblo, podrás bailar muy bien pero no existe la emoción de la conquista, como rondar la presa sin dentadura. Ya por la primera media hora de juego llamábamos ocasión a cualquier cosa que fuera ver a Pletikosa. Croacia decidió dar un paso adelante viendo que España se empezaba a deshilachar y probó a Iker que estuvo simplemente firme, no quería malgastar vidas que hiciesen falta más tarde. Antes de irnos a visitar el bar llegó un error de Ramos de esos que hacen saltar los marcapasos y que te hacen dudar si en beber o echártelo por encima. La segunda mitad fue un calvario, Croacia se sabia eliminada y solo le valía ir a por un gol, España estaba en manos del banquillo por que era evidente que había que mover ficha si no queríamos volvernos como en tiempos pretéritos. El equipo sabia a que jugaba pero no como hacerlo, cuando el oxigeno no llega el balón lo nota y se despista. Mientras, los balcánicos seguían empujando en busca de ese gol que en el minuto trece hubiera subido al marcador al no ser que apareciese el único santo en vida que se conoce, san Iker, que apareció para convertir en parada lo que para el resto es imparable, de esas que para hasta el tiempo y los corazones. Vicente movió ficha y metió al que a la postre cambió el partido, Jesusito Navas, el de Los Palacios merece uno para el solo, su salida al campo cambió la cara de sufrimiento por la de la esperanza y empezó a entrar por la banda derecha como el que conoce pisadas anteriores. El Sevillano recibió la ayuda inestimable de Fábregas, uno puso la finta, el otro el toque y así llegó el gol que nos alivió el alma, pase de Alonso de los que rompen dos lineas a la vez, toque de crack de Cesc, dejada de Don Andrés y Navas que pone la rubrica a los cuartos de final, los mismos protagonistas en distinto escenario, el orden de los factores cambio con respecto a Viena, el resultado no. Aún quedaba otra parada del capitán, menos fotogénica que no menos decisiva. Partido para olvidar en la forma que no en el fondo, esta bien que de vez en cuando nos visite el sufrimiento para que sepamos de su existencia, por que existir existe, como San Iker y el niño Jesús.

Fdo: Carlos el pelijas.